¿Por qué Twitch?

Twitch fue mi compañero durante mis meses de trabajo

    Tal vez sea una sorpresa para más de uno, pero mi decisión de escribir una novela sobre cómo conectamos con la gente a través de internet y, más concretamente, sobre cómo se van creando comunidades en Twitch, viene de bastante atrás.

    Ocurrió durante 2021. Durante mis escasos meses trabajando en el sector de la traducción, me di cuenta de que era una profesión increíblemente solitaria, sobre todo estando en remoto —como era mi caso—. Me encontraba sola conmigo misma, delante de documentos interminables con miles de protocolos que seguir y muy poco tiempo para llevarlos a cabo. Entonces recordé que cierta youtuber que había seguido durante mucho tiempo se había pasado a Twitch; y muchos de sus directos coincidían con mi jornada laboral.

    Twitch fue una bendición. El contenido es infinitamente más largo que en otras plataformas como Youtube, y, más concretamente, el concepto de cosy stream encajaba perfectamente con lo que yo estaba buscando: tranquilidad.

    El tener a alguien al lado me permitía hacer mi trabajo en un ambiente más relajado, como si fuera una oficina de verdad. Si tenía que concentrarme mucho, muteaba el directo; si estaba haciendo una tarea mecánica y repetitiva, subía el volumen.

    Creo que por mucho que lo intentara, no podría transmitir con palabras la falta que me hacía la compañía en esos momentos; porque así como mi carrera profesional iba viento en popa, mi salud mental iba en dirección contraria y a un ritmo preocupante. No consiguió que me quedara en la industria más tiempo, pero sí que hizo la experiencia mucho más llevadera.

    Meses más tarde, yo misma decidí abrir mi propio canal de Twitch y resultó que un amigo mío de la universidad también había empezado, meses antes, con el suyo. Pasé de ser una consumidora bastante pasiva a crear contenido y participar de forma activa en los chats; y descubrí que, si uno pasa el tiempo suficiente en un mismo sitio, empieza a crearse la sensación de pertenencia al grupo.

    Tampoco podría aventurarme a decir que sea lo mismo que hacer amigos en la vida real, porque, seamos sinceros, esconderse detrás de la pantalla siempre muestra una imagen muy sesgada de lo que somos; pero sí que me aventuraría a decir que es una forma muy orgánica de romper el hielo con otra gente.

    Un día le dices "hola" a cierto usuario; al día siguiente, os volvéis a saludar. Si coincidís en alguna opinión del stream, puede dar pie a una conversación aparte dentro del propio directo. Seguirse por las redes, meterse en servidores de Discord... Empiezas siendo una ameba, asislada del mundo, y poco a poco te vas conectando con los demás.

    Mi intención con Falling On Stream no es intentar reproducir fielmente mi experiencia en Twitch, porque eso supondría páginas y páginas de conversaciones falsas en las que a penas ninguna interacción da pie a una trama real; pero sí me gustaría explorar las nuevas formas en las que las personas nos conocemos; el como ya no es solo el círculo de gente con la que trabajas o tus amigos de toda la vida. 

    Internet nos ha dado la posibilidad de expandir horizontes, para bien y para mal. Muchas veces lamentaremos profundamente haber malgastado nuestro tiempo en según qué amistades; otras nos sentiremos afortunados de haber encontrado la aguja dentro del pajar, esa persona con la que uno puede hablar de todo y de nada al mismo tiempo. ¿No es precioso?

    Nate y Math estarían de acuerdo.

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