¿Por qué Nathan y Matthew?

 Hoy os voy a hablar de un tema un tanto comprometido: los nombres de mis protagonistas.

     
    Cada vez que empiezo una nueva novela, uno de los problemas más comunes que me encuentro es buscar los nombres para los personajes principales. Ya no es solo una cuestión estética (conseguir que le guste a los lectores, sobre todo) sino que además, hay que tener en cuenta que en los meses o incluso años que vas a dedicar a tu novela, estos nombres se van a repetir una y otra vez tanto en el manuscrito como en tu cabeza. Definir qué nombre tiene cada personajes como imprimar parte de tus gustos en su personalidad.
    Basta decir que hay nombres muy desafortunados. En más de una ocasión, ciertas novelas que supuestamente eran eróticas me han echado para atrás precisamente porque los protagonistas no tenían un nombre muy... ¿gemible? Recuerdo un caso en concreto en el que el interés romántico se llamaba Logan, pero estaba ambientado en España. El resultado: una novela poco creíble con unos personajes que poco o nada me importaban y que resultaban poco atrayentes.
    Tengo que reconocerlo: yo también he pecado de esto.
 En el caso de mi primera novela, Falling on Stream, mi decisión fue más sentimental que estratégica. Siendo sincera, si realmente quisiera que mis personajes fueran más cercanos a mis lectores, lo suyo sería que pusiera unos más típicos de la zona en la que viven; pero es que después de tantos meses interactuando y creciendo con ellos, no me veo capaz de cambiar quiénes son.

    El nombre de Nathan tiene un origen algo particular. Como muchos ya sabéis, yo he tenido mi época de roleplayer liteario y mi pseudónimo por aquel entonces era Nathaniel. Quitando los roles, llevaba sin escribir nada de una extensión media-larga años, por lo que se me hacía algo incómodo pensar en crear un personaje totalmente de cero. Yo quería encontrar algo que me hiciera sentir cómoda, como cuando hacía rol, pero sin ser exáctamente lo mismo. Nathan tiene un diminutivo parecido al de Nathaniel, por lo que me daba la sensación de que estaba escribiendo sobre alguien que conocía, pero no necesariamente mi versión masculina de roleplay.

    También recordaba un concursante de Masterchef que tenía ese nombre y me resultaba simpático; y tal vez fue el recuerdo de este aspirante el que me animó a conservarlo. Nate me parece un diminutivo bonito; el nombre de alguien a quién achucharías por la noche.
 
    Pese a todo el rato que pasé dándole vueltas, al principio me sentí algo nerviosa usándolo. Después de unos cuantos capítulos, se hizo algo natural y hoy en día no puedo despegar al personaje de su identidad. Nate bebe mucho de mí, de una etapa de mi vida en la que todo era muy distinto.
    Como dato curioso, en el INE aparece que la provincia donde más "Nathans" hay es Pontevedra, así que dentro de lo que cabe, no andaba tan desencaminada cuando lo elegí.
 

 

    Para Nathan, quería un interés amoroso que fuera casi como un hermano mayor: algo protector, cariñoso y comprensivo. El nombre de Matthew tiene un origen más simple: buscaba un personaje que fuera pluricultural, abierto sobre sus orígenes, pero al mismo tiempo, adaptado y comunicativo en el entorno en el que vive.  

    Matt tiene todo eso y más; he jugado un poco con la idea de influenzer/idol, pero más cercano y abierto con su público. Alguien a quien admirarías, pero con quien podrías tomarte un café si te lo cruzas por la calle.
    Soy fan de buscar cosas como el significado de los nombres o las características del signo del zodíaco a la hora de diseñar a mis personajes. Cuando busqué el nombre de Matthew, recuerdo que lo describía como una persona llena de vida, inspiradora y encantadora. Justo lo que buscaba.
    Matt se me hace un nombre muy afable; el nombre que tendría una persona que te echaría una mano en un mal momento; y en cierto modo, la combinación de ambos se me hace muy adorable.
    Es muy probable que para mis próximas historias me decante por nombres menos estrafalarios (al menos para los protagonistas), pero por una vez me hace feliz aceptar y adaptar lo exótico de la situación.
    Nate y Matt son raros; pero en el mejor de los sentidos.

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